SAKY
"Esta noche también he soñado contigo. Corrías por el patio, vivo y dichoso, abanderando el rabo. Corrías hacia mí, me reclamabas. Tu ladrido pequeño llenaba la mañana.He alargado la mano, todavía dormida, buscando por la cama a tientas tu cabeza. Sin encontrarte, Chavo.He encendido la luz. No estabas, Chavo. No volverás a estar... Dicen que no se pierde sino lo que nunca se tuvo. Es mentira.Yo te tuve: te tuve y no te tengo.Al pie de la valla que juntos estrenamos, una mancha de pis indica dónde te sentabas.La valla que hace nada pusimos para que tú corrieras, divertido,por el patio; para que tú, al venir la primavera y su templado soplo, te revolcaras jugando sobre él.Tú no tendrás más primaveras, Chavo.Ahora eres tú todo lo que representa esa valla. En esto acaba todo. ¿Quién puede hacerse cargo de tal contradicción?¿Pueden morir del todo alguna vez unos ojos que se han mirado tanto, se han entendido tanto, se han consolado tanto?.Quizá tú ahora habitas con quien más has querido.Quizá tú ahora eres —si es que eres— más feliz que conmigo.Quizá tú trotas, moviendo la cola, por los verdes campos del Edén. Pero durante dieciseis años y medio anduviste enredado a mis piernas;arrebujaste tu lealtad a mi vera; me seguiste a dos pasos por este mundo que, sin ti, no es el mismo. Continuarán los pájaros y los amaneceres, el chorro de la fuente ascenderá en el aire, como la vida, sólo para caer.Pero no estarás tú,Chavo, compañero irrepetible mío.Nunca más, nunca más... Ya no habrá que sacarte a la calle tres veces cada día, ni tampoco habrá que sacarte las muelas de noviembre, ni acercarás resoplando el hocico a los respiraderos de los coches,ni te asomaras encantado por las ventanillas, ni me recibirás —enloquecido el rabo, ladrando y manoteando— a la puerta de la casa. Ya no habrá que secarte cuando llueva, ni cepillarte por la mañana al salir de la ducha, ni reñirte porque pides comida: ya no sabré qué hacer con el trocito último de comida... Nunca más.Y no me hago a la idea. ¿Qué es lo que has hecho, Chavo? Quiero dormir para soñar contigo, para jugar contigo y regañarte, para no comprobar que te he perdido. Con la garganta apretada he mandado hoy retirar tus breves propiedades:tu toalla, tu manta, tu cepillo, tu peine y tus correas... Las he mandado retirar, pero no lejos.Porque a lo mejor una mañana te veo regresar, alegre y frágil, cariñoso y sonoro.(Acaso esta pesadilla es una broma tuya, y se abrirá una puerta y tú aparecerás. De mis oídos no se quita el ritmo de tus pasos, ni la impaciencia de tu cascabel.)O a lo mejor soy yo la que se acerca una mañana a ti —quién sabe— y te silbo y te llamo y tú levantas la cabeza con el gesto de siempre. No te preocupes, Chavo: si nada dura —ni el amor—, tampoco la muerte durará.En donde sea, estaremos todos juntos de nuevo, riendo y bromeando. Si no, no habría derecho.Mientras entró y salió la gente de mi vida —de nuestra vida—, tú permaneciste a mi lado, imperturbable, fiel, idéntico, amoroso.Juntos pasamos por la compañía y por la soledad.Llegaste, Chavo, a ser yo misma de otro modo.El infortunio o el gozo, siempre los compartimos.Quien a mí me dejó, te dejó a ti, y te quería quien a mí me quiso.Me hablaba yo, y era a ti a quien hablaba.La muerte se ha interpuesto en la conversación una vez más, la muerte. Ahora sí que envejezco, ahora si que estoy sola.Es la primera vez que te has portado mal conmigo.Desde la ventana veré la valla y a tí al pie de ella. Chavo, amigo mio, interminablemante en el patio. La muerte ha interrumpido nuestras charlas. Descansa en paz, Nadie jamás podrá sustituirte. Hasta luego. Hasta después "